La niña de papá, un impresionante bebé con azúcar, se balancea a cuatro patas, sus brillantes mechones rubios se enredan sobre una alfombraculona. Una brillante mordaza de bola plateada la silencia, su lengua acaricia juguetonamente la restricción, su lujuriosa mirada atrapa a los espectadores mientras las babas se encasillan por la barbilla.