Después de una angustia, le confié a mamá, que me tranquilizó el amor valió la pena el riesgo.Pero sus palabras pronto quedaron ensombrecidas por sus seductores avances.Como buena hija, sucumbí, abrazando su encanto maduro, piel sedosa y amplio pecho.Nuestro encuentro íntimo me dejó sanado, uniéndose con mamá de la manera más carnal posible.